Aunque se desmayó nada más lograr la «proeza», Eddie Hall está orgulloso de lo que hizo:
Eso casi me mata. La presión sobre mi cuerpo fue surrealista. Me desmayé. La nariz me sangraba. No es saludable hacer algo así, pero lo he hecho. Estoy seguro de que mi hazaña aparecerá en los libros de historia.